El consumo excesivo de sal es un importante factor de riesgo de sufrir hipertensión arterial,
lo que a su vez aumenta la posibilidad de enfermedad cardiaca y
accidente cerebrovascular. De hecho, la Agencia Española de Seguridad
Alimentaria y Nutrición (AESAN)
señala que reducir la ingesta de sal a la mitad "podría evitar miles de
muertes cada año por isquemia cerebral e infartos". Sin embargo, aunque
las advertencias y las recomendaciones son claras, no siempre parece
sencillo conseguir ese objetivo. Lo interesante es que el gusto por la
sal es adquirido, de modo que se puede modificar y educar hasta lograr
que disminuya. A medida que se ingiere menos sal, la preferencia por lo
salado también se reduce. Para ello, pueden servir los siguientes
consejos:
Disminuir el consumo de sal: consejos prácticos
- Comer más alimentos frescos, que contienen menos sodio.
- Reducir el uso de la sal al cocinar y dejar que cada comensal agregue la cantidad que desee en los platos individuales, como las ensaladas.
- Sazonar con especias y hierbas aromáticas ayuda a reducir de forma paulatina la adición de sal a los platos.
- Cocinar los alimentos al vapor: al no haber un medio con el que el alimento entra en contacto, no hay cesión de sustancias y se conserva mejor el contenido natural del sodio del alimento.
- La sal oculta de los alimentos elaborados es la más difícil de rehuir. Conviene reducir la ingesta de productos procesados, y en su caso, escoger los elaborados con menos sal o sodio (ver y comprobar la información de la etiqueta nutricional).
- La sal marina, por su sabor más fuerte, permite emplear menos cantidad para dar sabor a las comidas.
- Sustituir la sal por una de bajo contenido en sodio: aporta la mitad de sodio que la sal común.
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